Bosques Textos

Hace unos días conversábamos con Sara Bennet sobre cómo pintar el bosque tropical es en cierta forma pintar un espacio interior. Algo similar a lo que fue para los pintores holandeses del siglo 17 pintar sus espacios vitales (podemos imaginar la maravillosa pintura de Vermeer). Pero mientras que en sus obras las leyes de la óptica, la perspectiva, la regularidad están presentes, en nuestros bosques la variedad, la irregularidad, la vitalidad palpitan. En el bosque siempre hay algo que puede ocurrir, el canto de las chicharras, el vuelo súbito de algún pájaro de color, la neblina que esconde las cosas, los ojos de una rana o un gecco que nos miran….
Cuando estamos en el bosque, nos convertimos en una pequeña parte de sus entrañas, compartimos su respirar, y ya no hay diferencia entre lo que vemos y lo que somos.

Cuando era niña siempre me fascinó la idea de ver el interior de las cosas, soñaba con tener visión de rayos x, a veces jugaba con los dedos de las manos para sentir los remolinos de aire alrededor de ellos, o soplaba con fuerza para ver si lograba mover las hojas de los árboles altos y lejanos.

…En el bosque siempre hay algo que puede ocurrir..

Años después al tiempo que me interesaban las estructuras de lo que veía me preguntaba como pintar el calor-color , el sonido-color, el ritmo- color de nuestros cuerpos, de nuestros espacios, y de nuestras ciudades vulnerables.

Ahora cuando estoy dentro del bosque abro los ojos, y soy una mujer antigua…. muy antigua… tal vez como la primera que al abrir sus ojos se maravilla de la visión y de lo que ve.
Pinto estos lugares desde la memoria de ellos que vive dentro de mí.

Blanca Moreno

Ciudades Textos

Recorrer las Constelaciones Urbanas de Blanca Moreno es atravesar una geografía de visiones. Amplias y aéreas, sus vistas de Bogotá tejen la imagen de una ciudad que se enciende bajo los ojos de la artista, atrayente e insondable en su inmensidad, Bogotá es presencia ineludible, tema de infinitas variaciones. Aparece detrás de cortinas de árboles, se pierde en el horizonte, resplandece con sus luces de colores y su fuerza centrípeta. Se despierta bajo el peso de densas capas de contaminación: se va apagando tenue, lejana, rítmica.

Blanca ha pintado a Bogotá desde donde quizás ningún artista lo ha hecho. Prefiere hablar de la ciudad desde los límites, como si allí, en donde las barreras naturales impiden su avanzada, se revelara su alma profunda. O se abandona al fondo ensordecedor de las calles del centro y descubre la terrible belleza que une la cotidianidad agobiante a la vida. Su mirada es sobre todo aérea. Escoge la distancia como estrategia de apropiación de un objeto que es por esencia caleidoscópico, inabarcable.

Se trata de un trabajo de grande osadía. “Pinto lo que podría ser una postal. Soy una mujer del siglo XXI que se deja maravillar por la luz eléctrica”, dice con ironía, Se necesita coraje para pintar lo que se ve en una época donde el Arte parece estar destinado a la elaboración, a veces monológica, de un lenguaje hecho de refinados conceptos, y rechaza como obsceno cualquier tentativo de representatividad de lo real. La obra de Blanca no pretende reivindicar ninguna verdad, pero defiende, pincelada por pincelada, la autenticidad de su visión.

… pero lo que emerge con persistencia es la búsqueda de la estructura cromática, que sostiene y re-crea el objeto del cuadro.

Hay que observar con atención los paisajes de Blanca Moreno para darse cuenta de que no son realistas ni descriptivos. No es esa la intención primordial, pertenecen a un género muy personal del paisaje. Reconocemos allí, es cierto, formas de nuestro entorno natural y urbano, pero lo que emerge con persistencia es la búsqueda de la estructura cromática, que sostiene y re-crea el objeto del cuadro. Es ése el sutil hilo de unión entre sus primeras obras, que exploraban los espacios de las catedrales góticas en Europa, y las actuales, producto de una investigación decenal de nuestras formas y colores.

¿Qué puede llevar a una artista contemporánea a interesarse por nuestros paisajes? ¿Qué la lleva a defender pacientemente su expresión? Sólo la consciencia profunda de la autenticidad de su búsqueda, la decisión de renunciar al nombre y convertirse en canal de conservación de la memoria y del reconocimiento del entorno. La pintura de Blanca es valiente. Se resiste a las clasificaciones. Poblando de árboles sus lienzos, hincando raíces con lentitud meditativa, desafía la brutalidad de la humanidad que avanza destruyendo, que desconoce y no ve. Con “Constelaciones Urbanas” Pone de manifiesto la poderosa y dramática belleza de esta ciudad. En el fondo, hay una confianza plena en el poder del arte, que se opone – y se puede oponer – al olvido, al desconocimiento, a la guerra. Con la humedad de las neblinas, la antiguedad de las rocas, la incandescencia de un atardecer en Bogotá.

Valentina Ariza.

Selvas Textos

Cuando miro el paisaje del trópico, su increíble riqueza, su variedad en formas y funciones me doy cuenta de que esto tiene para todos una importancia fundamental.

Redescubrir esa diversidad, apreciar la particularidad de cada una de sus formas de vida, propiciar su desarrollo, investigar, y crear a partir de la comprensión de esa maravillosa naturaleza es un camino. Porque nuestra diversidad natural y cultural es una sola.
Somos solo una parte de la gran aventura de la vida.
No creo que exista ninguna idea que justifique el abuso de los recursos, ni de los otros seres porque somos solo una parte de la gran aventura de la vida y del exquisito equilibrio que la hace posible. Si el arte contribuye a hacernos mas concientes de esto, no habremos perdido nuestro trabajo ni nuestro tiempo.

Blanca Moreno.

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